lunes, 15 de junio de 2015

DM2.-Capitulo 31.-"Dudas"



"Hay historias de amor que terminan como empezaron, dejandonos con mas preguntas que respuestas"  
Bárbara beso el cuello de Ángel y tiro de su cabello con toda la intención de lastimarlo, Ángel torció el gesto al sentir el tirón pero se apresuró a olvidarlo y continuar devorando los labios de la castaña. Bárbara cerro los ojos y trato de destensar sus muñecas que eran presas de las manos de Ángel, Bárbara hundió sus uñas en la espalda desnuda de Ángel, dejando marcas en ella, algunas lograron más daño de lo normal...Bárbara quería lastimarlo, quería hacerle daño físicamente para desquitarse en una mínima parte, por ahora era todo lo que podía hacer...
-Era cierto que eres una fiera en la cama-susurro Ángel, Bárbara respondió mordiendo los labios de Ángel, haciendo que el labio inferior del ojiazul sangrara, pero él se limitó a devorar sus labios con desesperación. Ángel apretó aún más sus muñecas contra la cama y comenzó a besar su pecho, hasta llegar al cuello de la castaña, quien cerró los ojos temiendo lo que iba a ocurrir pero termino por dar un suspiro de alivio cuando sintió caer el peso de Ángel contra su cuerpo, inmóvil.
-Ya era hora-murmuro Bárbara respirando agitada y asegurándose de que Ángel estuviera inconsciente, la castaña se esforzó por quitárselo de encima y dejarlo al lado de la cama para que ella pudiera zafarse de él. Bárbara se levantó y lo observo tirado en la cama, inconsciente-Un poco más y te hubiera tenido que matar, asqueroso animal-se quejó Bárbara llevándose el dorso de su muñeca a los labios con un gesto de asco-Ojala te duela mañana-susurro Bárbara acercándose a él y pasando su mano por las heridas que le dejo en la espalda, tiro de su cabello una vez más y paso sus uñas por el cuello del hombre, quien ajeno al dolor continuaba inmerso en un sueño profundo-Considera la deuda saldada, estúpido-dijo Bárbara antes de salir de la habitación, topándose con la mujer que atendía a Ángel en la hacienda, la castaña cerró la puerta del cuarto y se acercó a ella.
-¿Todo bien, Doña?-pregunto la mujer con una discreta sonrisa cómplice en los labios, Bárbara arqueo una ceja y sonrió satisfecha, la castaña asintió en silencio.
-El señor Landeros va a dormir como un niño, no hay que molestarlo-musito Bárbara con su mejor tono de inocencia, dándole unos cuantos billetes a la empleada, misma que se retiró con una sonrisa en los labios, se divertiría lo más posible con esa convivencia obligada, por lo pronto esa noche la pasaría en la habitación de sus hijos, pero antes tenía que quitarse el olor de ese imbécil de ella, no dormiría tranquila sintiendo las caricias y besos de ese estúpido en su piel. Bárbara decidió salir a dar una vuelta y asegurándose de que nadie la siguiera se fue de la hacienda.
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Santos no podía dormir, ni siquiera había intentado meterse a su cama porque sabía que sería inútil. El abogado entro a la habitación de Adriana y sintió alivio al verla dormir profundamente, se aseguró que no tuviera fiebre al pasar su mano por su frente y quitarle un par de mechones del rostro y salió al corredor para bajar las escaleras sin prisa. Santos salió de la hacienda en pocos minutos, solo tardo un par más en montar su caballo y tomar rumbo al único lugar que conseguía darle un poco de calma cuando la necesitaba.
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Bárbara llego a la poza de los suspiros después de unos cuantos minutos de caminar sin prisa, disfrutando el sentir el aire fresco de la noche en su rostro, mismo que hacia sus cabellos bailar a cada paso que daba. Se sentía culpable por haber dejado a Santos con el mal sabor de boca al irse con Ángel, seguramente el abogado la estaría odiando, pero aún no estaba segura si debía contarle la verdad, dudaba que el confiara en ella y terminara creyéndole. Bárbara se acercó a la poza y sonrió para sus adentros al ver a Santos sentado en el suelo ahí, de espaldas a ella y con los ojos fijos en el agua tranquila de la poza.
-¿No deberías estar en la casa del imbécil ese?-pregunto Santos sin molestar en girar a mirarla, solo Bárbara era capaz de visitar ese lugar a esas horas de la noche, casi madrugada.
-¿Cómo sabias que era yo?-pregunto Bárbara ignorando la pregunta del abogado, acercandose hasta donde el estaba sentado.
-Solo tú y yo somos los que vendrían a este lugar a estas horas, Bárbara.-rio amargamente Santos encogiéndose de hombros, no quería girarse a mirarla, no quería verla después de que se había marchado a los brazos de Ángel.
-Supongo que debería disculparme por lo que paso antes con Ángel-musito Bárbara suspirando y acercándose a él, pasando sus brazos lentamente por sus hombros para abrazarlo por detrás, sintiendo como el abogado se tensaba ante su contacto.
-Creí que Doña Bárbara no se disculpaba por nada, ni con nadie.-replico Santos duramente, apartándose de ella y levantándose al igual que ella.
-Dije supongo, no lo estaba haciendo-contesto ella descaradamente, ganándose una mirada matadora de Santos, la castaña rodo los ojos.-En todo caso, siento haberte arruinado el día tan bueno que habías pasado con los niños.-dijo Bárbara apartando la mirada, omitiendo el detalle de haber pasado el día con él.
-Te largaste a vivir con ese imbécil y por mí no quisiste dejar tu preciada hacienda.-reclamo Santos apretando los puños para contener los celos y la rabia que sentía, Bárbara lo miro matadoramente, una parte de ella quería gritarle la verdad para que sintiera una bofetada de culpa por tratarla como una cualquiera.
-Es hipócrita que me reclames eso cuando tú fuiste el primero que se llevó a esa maldita víbora venenosa a la que según tu era mi hacienda.-reclamo Bárbara subiendo el tono de su voz, señalándolo duramente. Santos se tensó más.
-¿Tengo que recordarte por que nos separamos en primer lugar?-pregunto Santos torciendo el gesto de mala gana, Bárbara sintio deseos de golpearlo pero se contuvo.-No quiero seguir peleando contigo, nunca llegamos a nada y es desgastante.-se quejo Santos llevandose una mano al rostro con frustración.
-Llevamos años en esa maldita relación de estira y afloja, siempre es lo mismo, no me vas a decir que te acabas de dar cuenta de lo desgastante que es.-replico Bárbara con un tono irónico, cruzándose de brazos, ganándose una mirada fulminante de Santos.
-¡Eres imposible!-se quejo Santos con un tono frustrado, provocando unas risas ahogadas de Bábara, la castaña se acerco a el un poco mas y lo miro fijamente. Santos le sostuvo la mirada unos segundos, iba a decir algo mas pero Bárbara se le adelanto al tomarlo del rostro y plantarle un beso, Santos quiso apartarse pero Bárbara enredo sus dedos en el cabello de el para intensificar el beso, Santos no resistió mas y la sujeto de la cintura para pegarla más a él, era imposible resistirse a ella, la castaña ejercía ese extraño poder en el para hacerlo olvidar todo y siempre terminar rendido ante sus besos.
-Esto es lo que somos, puedes gritar, pelear, odiarme…Pero siempre regresas, Santos.-musito Bárbara en un momento que dejaron de besarse para tomar aliento, sus respiración estaban tan cerca que se confundían en una sola.-Me amas, aunque quizá odies hacerlo lo haces.-susurro Bárbara antes de volver a devorar sus labios con prisa y desesperación, dejando leves mordidas que solo provocaban más deseos de devorarse el uno al otro.
-¿Qué quieres lograr? ¿Confundirme?-cuestiono Santos al volver a tomar aire, sin soltar a la castaña un momento, estrechandola mas de la cintura y dejando que su perfume invadiera sus sentidos por completo, Santos la sujeto del cabello y beso su cuello con desesperación, besando su piel como si nunca antes lo hubiera hecho.
-Quiero saber si es el momento de contarte algunas cosas, quiero confiar en ti sin temor a que me juzgues, pero no sé si lo harás.-confeso Bárbara acariciando su rostro con delicadeza, Santos la miro confuso pero la castaña volvió a callar sus preguntas con un beso intenso, sintiendo como sus besos la volvían loca.
-Vas a enloquecerme.-se quejó Santos al ver como ella le apartaba las manos y se alejaba de él, dejándolo con el cabello revuelto y rastros de labial en la comisura de los labios.- ¿Qué significo esto?-pregunto Santos al verla darse la vuelta para marcharse.
-Entonces estaremos a mano, doctorcito.-rio Bárbara con una sonrisa pícara, Santos sonrió sin poder evitarlo.-Piensa las cosas, Santos, piensa que quieres hacer con nosotros… ¿Quieres que todo acabe y quedarte con la víbora? Bien, pero solo decídete, porque yo no voy a seguir buscándote toda la vida.-sentencio Bárbara recobrando la seriedad por un momento antes de marcharse.
-¡Tú te acabas de mudar con otro!-le grito Santos al verla comenzar a alejarse, Bárbara apreto los puños, buena puntada Luzardo.
-No por los motivos que tú crees, doctor.-contesto Bárbara duramente, antes de alejarse más hasta desaparecer de la vista de Santos, dejando al abogado con los pensamientos revueltos y sin una sola pizca de sueño.
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Esa noche ninguno consiguió dormir como era debido. Bárbara paso la noche en la habitación de sus hijos, viéndolos dormir con una sonrisa al pensar en Santos, deseaba poder contar con él para sus planes pero tenía miedo de que sus prejuicios le hicieran no creerle, no soportaba pensar que pasaba las noches en compañía de otra mujer, lo amaba y lo necesitaba con ella, quería su familia de vuelta, quería ser feliz de nuevo. Por su parte, Santos paso la noche dando vueltas en su cama, pensando en los besos y palabras de Bárbara, algo le decía que sucedía algo que no terminaba de comprender pero no encontraba una respuesta a sus dudas, la adoraba, maldición, adoraba a esa mujer, adoraba a sus hijos y nunca fue tan feliz como cuando estaban todos juntos, pero aun dolía los hechos recientes. Sin darse cuenta ambos se quedaron dormidos pensando en el otro.
----------------Al día siguiente…
Ángel se levantó poco a poco al sentir los rayos del sol que se filtraban por la ventana y le daban de lleno en el rostro, tardo un par de minutos en despejarse totalmente y sentir un pequeño malestar al estirarse, el ojiazul se dio cuenta que no tenía su camisa y que solo estaba en bóxer bajo las sabanas de la gran cama. Ángel frunció el ceño al notar marcas en su piel, marcas de uñas que parecían haber sido hechas con bastantes ganas, también se sorprendió al levantarse y mirarse al espejo, encontrando una marca en su cuello.
-¿Se acabó tu sueño?-la voz de Bárbara saliendo del cuarto de baño lo hizo girarse a mirarla, dándose cuenta que acaba de bañarse y solo estaba cubierta con una bata de baño, dejando expuesta algo de piel, dejando que el ojiazul se deleitara con sus bien torneadas piernas y notando como algunos mechones castaños se pegaban a su piel.-Considera la deuda saldada, mi amor-siseo Bárbara destilando filoso sarcasmo que hizo que Ángel recordara los besos y caricias de la noche anterior, aunque después de eso todo estaba negro en su mente.
-¿Me hiciste el amor o intentaste matarme?-ironizo Ángel dejando de mirarla para fijar sus ojos en el espejo y darse cuenta de la marca de las uñas de la castaña en su cuello y parte de su pecho, el ardor en su espalda le decía que seguramente ahí tendría más heridas.
-Anoche no ponías quejas.-replico Bárbara con desdén, provocando que Ángel sonriera con burla.-Estamos a mano, así que deja de ser tan llorón.-sentencio Bárbara al apartarse un poco la tela que cubría su hombro y apartar su cabello dejando que Ángel viera una peculiar marca en su cuello que delataba los besos que había recibido la noche anterior, aunque no fueran precisamente de Ángel.
-Ahora entiendo por qué tienes tan perturbado al abogadito de quinta.-se burló Ángel con una mueca de diversión-Eres una fiera-dijo Ángel con una mirada burlona dirigida a la castaña, quien tuvo que morderse el labio inferior para no reírse ante la situación.
-No te imaginas cuanto.-rio Bárbara levemente con un toque de picardía al pasar junto a él destilando arrogancia, dejando a Ángel con una mirada curiosa fija en ella hasta verla salir de la habitación, pero antes de irse se detuvo en el marco de la puerta.-Esta es mi habitación así que te quiero lejos de ella.-sentencio Bárbara duramente antes de ir a asegurarse que sus hijos ya estuvieran despiertos.
-Maldita mujer-musito Ángel para sí mismo al apretar los puños ante su arrogancia, ni siquiera teniéndola en sus manos esa mujer era capaz de mostrar debilidad, pero aun así seguiría imponiendo sus decisiones ante ella, y Bárbara tendría que ceder, solo tenía que ser paciente un poco más y pronto podría deshacerse de ella. Por supuesto, si no se arrepentía en el proceso.
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Santos salió de su recamara impecablemente vestido y arreglado como siempre, había dormido sin interrupciones, cosa que le extrañaba tomando en cuenta lo confundido que lo había dejado su querida castaña, pero suponía que el haberla visto y haber besado sus labios habían contribuido a que recuperara su sueño, aunque no hacía falta decir que había soñado con esa misma devoradora de hombres. Santos se dirigió a la habitación de Adriana y después de tocar la puerta y tener una respuesta entro.
-¿Lista para desayunar?-pregunto Santos con una sonrisa amable, fijándose en que Adriana ya estaba sentada en su cama, se preguntó si era estrictamente necesario que esa mujer usara esas blusas tan ceñidas al cuerpo y aquellos short tan cortos para dormir, no podía negar que era bastante atractiva.
-Si puedo bajar las escaleras sin caer, supongo que si-bromeo Adriana con una sonrisa de inocencia que nadie dudaría de ella, Santos sonrió levemente y se acercó a ella, tomo asiento a su lado en la cama y tomo su pierna con delicadeza, tenía unos vendajes.
-Lamento esto.-dijo Santos negando con la cabeza, Adriana le dedico una sonrisa para restarle importancia, de sobra sabía que él no tenía culpa, había sido todo planeado por Bárbara, pero aun no le convenía destapar todo.
-Fue un accidente, en el Arauca abundan esos animales.-se quejó Adriana con un tono de inocencia, Santos sonrió levemente, le resultaba increíble como esa mujer podía ser tan buena con él, lo trataba como si fuera todo lo que necesitaba, pero no olvidaba las palabras de Bárbara, no podía evitar dejar de preguntarse si se estaba equivocando con Adriana.
-No se volverá a repetir-aseguro Santos tomando su mano y dándole un ligero apretón con una sonrisa.-Vamos a desayunar.-dijo Santos tratando de alejar los pensamientos de su mente y se levantó de la cama. El abogado se acercó a Adriana y sin mucho esfuerzo la alzo en brazos, ganando unas risas divertidas de la mujer, quien no tardo en enredar sus brazos alrededor del cuello de Santos, aferrándose más a él.
-Con estos cuidados me tientas a no salir de esa cama.-ironizo Adriana con una amplia sonrisa divertida al ver como sus labios rozaban los de Santos, poniendo nervioso al abogado. Santos se tensó cuando Adriana beso sus labios suavemente y luego se acomodó en su pecho, el abogado trago en seco y salió de la habitación con ella en brazos, dirigiéndose al comedor.
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Ya casi era medio día, las cosas estaban tranquilas por el pueblo. Fabián, Alonso y Sofía estaban en la casa del pueblo. Mientras Sofía y Fabián estaban sentados en el sofá, observaban a Alonso daba vueltas en círculos por toda la sala con un gesto pensativo.
-¿En que está pensando?-se preguntó Alonso confuso-Se volvió loca o simplemente le borraron la memoria-dijo Alonso mirando a Sofía y Fabián, quienes se miraron entre si y rodaron los ojos
-Ni una, ni otra-dijo Fabián negando con la cabeza-Para mí que Bárbara está más cuerda que nunca y algo se trae entre manos-dijo Fabián pensativo, Sofía arqueo las cejas y asintió.
-¿Lo dudas realmente?-pregunto Sofía irónicamente mirando a Fabián con una sonrisa cómplice, Alonso rio levemente
-Pero por supuesto que Bárbara algo se trae entre manos-replico Alonso riendo-Lo que no me gusta es que nos quiere lejos y eso no es buena señal-dijo Alonso pensativo.
-¿Y qué es lo que puede estar planeando?-pregunto Fabián igual de confundido, ambos miraron a Sofía, quien torció el gesto y rodo los ojos.
-A mí no me miren-se quejó ella de mala gana al cruzarse de brazos.-Yo solo sé que los mando a ustedes a investigar a no sé quién-se excusó Sofía con inocencia.
-Tú eres su cómplice. Eres su sombra, prácticamente-rio Alonso señalándola al tomar asiento a su lado en el sofá-Tu debes saber-dijo Alonso arqueando una ceja, Sofía negó con la cabeza.
-Dejen de preguntarme.-protesto Sofía con falsa indignación, haciendo a ambos torcer los gestos.- ¿Encontraron al tipo que ella quería?-pregunto la castaña con curiosidad.
-Por supuesto que si.-confirmo Fabián con una sonrisa de satisfacción personal.-Pero no te diremos nada hasta que llegue Bárbara y le contemos a ella.-término de decir Fabián con una mueca burlona, Sofía lo miro de mala gana.
-Son horribles.-se quejó Sofía rodando los ojos y negando con la cabeza, recibiendo como respuesta un par de carcajadas.
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Bárbara había pasado la mañana en la habitación de los pequeños, se había encargado de ver que desayunaran y de bañarlos para después arreglarlos para llevarlos al pueblo. La castaña acomodo a cada uno en sus coches para poder llevarlos y salió de la habitación, topándose con Ángel en la sala, el ojiazul ya estaba impecablemente vestido y arreglado.
-Lástima que la hacienda no sea más grande para no tener que toparme contigo.-se quejó Bárbara con una sonrisa descarada al encaminarse a la puerta, Ángel se apresuró a cerrarle el paso.
-¿A dónde van?-pregunto Angel con seriedad, desviando su mirada de Bárbara para fijarse en ambos niños que lo observaban atentamente con los ojos azules destellando de curiosidad.
-¡Al Parque!-gritaron ambos niños al mismo tiempo con unas risas ahogadas, provocando que Angel arqueara las cejas y mirara a Bárbara con una sonrisa descarada, la castaña se mordio el labio inferior para no reir ante el gesto de Angel.
-Ya escuchaste, idiota.-dijo Bárbara rodando los ojos y mirándolo con fastidio, pero el hombre se limitó a sonreír levemente y negar con la cabeza.- ¿O es que acaso estoy encerrada aquí y no puedo salir?-pregunto Barbara con un gesto de burla.
-No deberías insultar delante de tus pequeños monstruos.-rio Ángel con despreocupación al acercarse a los cochecitos y mirar con curiosidad a ambos niños, acariciando la mejilla de la niña con delicadeza.-Claro que puedes salir, mi amor, seria sospechoso que te quedaras aquí encerrada.-dijo Ángel pasando una mano por los cabellos castaños de Félix.
-Que considerado me saliste.-ironizo Bárbara con una sonrisa descarada, ganándose una mirada divertida de Ángel, quien le lanzo un beso solo para irritarla aún más.
-Los acompañaría, pero tengo asuntos de la hacienda que atender y de unos negocios que tengo fuera.-dijo Ángel fingiendo pesar, provocando que Bárbara sintiera deseos de golpearlo para quitarle esa sonrisa.
-Por mi te puedes morir y no me importaría, ojala tus negocios se hundan.-protesto Bárbara arqueando las cejas en un gesto inocente que contradecía sus palabras.
-Eres malvada, pero así me gustas mas.-rio Ángel señalándola para provocarla.-Contrario a tus deseos muy pronto mi dinero se incrementara, ya sabes los motivos.-la provoco Ángel encogiéndose de hombros con inocencia.
-Primero me vas a tener que matar, maldita rata.-siseo Bárbara mirándolo matadoramente, Ángel sonrió aún más, sabiendo que solo incrementaba la rabia en la castaña.
-Eso pretendo.-replico Ángel asintiendo con satisfacción.-Pero no te apresures, mi amor, para eso todavía tenemos tiempo, mejor vamos a disfrutar nuestro tiempo juntos.-musito Ángel acercándose a ella hasta ponerse a su espalda y acercarse lo suficiente para besar su cuello suavemente, tensando a la castaña ante su simple tacto.
-Aléjate de mí, asqueroso infeliz.-siseo Bárbara sin moverse, torciendo el gesto y pronunciando aquellas palabras en apenas un susurro audible para el ojiazul, quien sonriendo levemente llevo su mano hasta los cabellos castaños de Bárbara para apartarlos un poco más de su cuello.
-No seas tan brusca, yo puedo hacer nuestra convivencia más placentera.-susurro Ángel dejando un par de besos en su cuello, mismos que fueron detenidos cuando Bárbara se giró para mirarlo con instintos asesinos.
-Mantén las manos quietas, Angelito.-siseo Bárbara provocándolo al acercar sus labios a los del solo para tentarlo.-Porque si vuelves a tocarme vas a perder mucho más que una mano.-le advirtió la castaña apartándose de él, dejándolo con una sonrisa descarada en los labios.
-Disfruta tu paseo, mi amor.-ironizo Ángel al verla dirigirse a la puerta, Ángel la vio desaparecer de su vista y quito la sonrisa de su rostro, como le gustaba provocar los nervios de esa mujer.
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Santos había salido de Altamira después de desayunar junto a Adriana, las cosas habían marchado bien, tenían gustos en común y eso les hacía platicar a gusto. Santos habían cargado a la castaña para llevarla a la biblioteca un rato y ahí platicaron un poco más, compartieron risas y anécdotas en común hasta que el abogado tuvo que irse, dejando a Adriana en su habitación. Adriana estaba en su habitación, en sus manos sostenía la pequeña grabadora negra que había guardado desde hace tiempo. La castaña era consiente que Bárbara aun tenía un extraño poder sobre Santos, era capaz de hacerlo titubear pero también sabía que Santos Luzardo era demasiado orgulloso para admitirlo, lo conocía y sabía que los celos podían llegar a cegarlo. 
-Creo que ya es hora de que Santos escuche esto-pensó Adriana jugando con la grabadora entre sus manos, preguntándose si era necesario que Santos escuchara eso, habían perdido a ese hijo pero conociendo a Santos no pasaría por alto la traición de Bárbara y eso los alejaría aún más. Adriana sonrió levemente al pensar que si todo salía bien en poco tiempo Santos podría divorciarse de Bárbara y ella podría convencerlo de alejarse por completo de ese lugar.
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Bárbara había llegado a la casa de Alonso en el pueblo, se había dejado ver en el pueblo por si los rumores llegaban a las haciendas, pero cuando se aseguró que nadie la vigilaba más de lo que los chismosos del Arauca lo hacían se encamino a casa de Alonso. En cuanto llego Sofía no tardo en abrir la puerta para dejarla pasar. Barbarita y Félix no tardaron en ser bajados de sus coches y arrancar a correr en cuanto vieron a Alonso y Fabián saliendo de la cocina.
-¡Tío!-grito Barbarita corriendo a los brazos de Alonso, quien riendo no titubeo en alzarla en brazos y besar su mejilla, Fabian ya habia cargado a Felix en sus hombros, haciendo reir al niño cuando se movia y el se aferraba mas a el.
-Una Guaimaran más que cae en mis encantos, que belleza.-rio Alonso haciéndole cosquillas a la pequeña provocándole carcajadas, mientras que Bárbara lo miro con burla.
-¿Para mí no hay nada?-pregunto Sofia cruzandose de brazos al observar a los mellizos ajenos a ambas mujeres, los niños la miraron y le extendieron los brazos, la castaña se acerco y beso a cada uno.
-Estas muy alto.-rio Félix al mirar hacia abajo desde los hombros de Fabián, quien lo sujeto fuerza para dejarlo en el piso bajo la mirada de resignación de Bárbara. Alonso hizo lo mismo con la niña y Bárbara los dejo ir a la habitación de Alonso, dejando la puerta abierta para poder vigilarlos mientras jugaban mientras ellos hablaban en la sala.
-Vamos directo al grano.-dijo Bárbara tomando asiento en el sofá de la sala, observando a Fabián y Alonso frente a ella, Sofía tomo asiento al lado de la castaña.- ¿Que averiguaron?
-Sebastián Navarro llega en dos días al Arauca.-dijo Fabián serio, ganándose un gesto sorprendido de Bárbara, Alonso asintió y Sofía frunció el ceño.
-¿Sebastián Navarro?-repitió Sofía confusa.- ¿Por qué me suena ese nombre?-pregunto Sofía mirando a Alonso y Fabián, quienes rieron por lo bajo.
-Por qué lo conoces.-dijo Alonso riendo levemente, Sofía arqueo una ceja, Alonso noto el desconcierto de Bárbara y la miro.-Trabajo un tiempo con nosotros en uno de los casinos del hotel, no se destaca por tener negocios totalmente legales.-explico Alonso con un gesto despreocupado.
-¿Supongo que tiene dinero?-pregunto Barbara aun un poco confundida, tanto Fabian como Alonso asintieron.
-Bastante, es un maldito con suerte.-rio Fabián negando con la cabeza.-Le gustaba apostar en uno de nuestros casinos, hasta que otro apostador lo acusó de hacer trampa y casi lo mata, aunque eso no lo escarmentó.-dijo Fabián encogiéndose de hombros.
-¿Y si hacia trampa?-pregunto Sofia con un gesto de curiosidad, Alonso y Fabian se miraron complices.
-Está claro que si.-adivino Bárbara al ver las sonrisas maliciosas de los dos hombres.
-En resumen, Sebastián es un amigo nuestro de hace mucho pero hace unos años que dejamos de tener contacto, es experto en trampas financieras, apuestas, es toda una fichita, pero decidió saltarse la parte de estafarme por que le ayude a no morir a manos de un empresario que quería su cabeza.-conto Alonso como si nada.
-¿Cómo lo convencieron de venir?-pregunto Bárbara con interes.
-No es necesario dar tantos detalles de eso, por supuesto no le contamos que sabemos que ayudo a Ángel, así que cuando venga será desprevenido.-aseguro Fabián encogiéndose de hombros.
-Perfecto, quiero saber un poco más de ese imbécil que cree que puede chantajearme.-se quejó Bárbara torciendo el gesto al recordar la sonrisa burlona de Ángel.
-Solo trata de no matarlo aun.-pidió Alonso con un gesto de súplica fingida que hizo reír a Sofía y Fabián, mientras que Bárbara rodo los ojos. La castaña se levantó a ver a los mellizos y los llevo a la sala con ellos un rato antes de marcharse.
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Ángel entro a su despacho, se había asegurado que los Mondragón estuvieran ocupados y lejos de la hacienda, dentro de su despacho lo esperaban un par de hombres que trabajaban para él desde hace algún tiempo, fieles a su patrón. Ángel tomo asiento en su escritorio y fijo su mirada en ambos hombres sentados frente a él.
-¿Que trabajo quiere que hagamos ahora, señor?-pregunto uno de los hombres con el semblante serio, ambos estaban acostumbrados al caracter formal y oscuro de su patrón, a esas alturas las ordenes que recibian ya no les sorprendian.
-Es algo sencillo. Solo tienes que seguir a Bárbara Guaimaran a donde quiera que vaya.-sentencio Ángel con un semblante oscuro, sus hombres arquearon las cejas y asintieron, habían aprendido a no discutir sus órdenes.-Sobra decir que no quiero que ella se dé cuenta.-dijo Ángel seriamente.
-Por supuesto, jefe.-sonrió cómplice uno de sus empleados, Ángel asintió conforme.
-En estos momentos ella está en el pueblo, quiero que vayan ahí y la sigan, quiero saber cada detalle de lo que esa mujer hace y deja de hacer.-musito Ángel señalándolos a ambos duramente, sus empleados asintieron. Ángel les señalo la puerta y sin decir algo más los observo salir de su despacho.
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Santos llego al Miedo sin tener un motivo claro, había pasado la mañana en compañía de Adriana y no le había desagradado, esa mujer era demasiado dulce con él, demasiado buena y eso le hacía sentir culpa por no poder pensar en otra cosa en que ella no era Bárbara, no lo era y jamás lo seria. ¿Cómo podía seguir tan aferrado a una mujer que solo le provocaba tantas confusiones? La amaba, no se iba a engañar más, la adoraba con toda su alma. Extrañaba los momentos con ella, con su familia, pero al mismo tiempo no quería seguir anclado a esa idea que solo le provocaba dolor por ver eso tan lejos.
-Patrón, que bueno verlo-la voz de Casilda lo saco de sus pensamientos, sin darse cuenta Santos se había dejado caer en el sofá de la sala.- ¿Esta bien, don Santos?-pregunto Casilda al ver su semblante, el abogado la miro y asintió.-Está pensando en la Doña.-adivino la mujer con un gesto de calidez, Santos esbozo una sonrisa amarga.
-¿Tanto se nota?-pregunto Santos, la mujer se encogió de hombros.
-Tiene esa cara de no saber qué hacer, patrón.-rio levemente Casilda negando con la cabeza.- Y eso solo le sucede cuando se trata de su Doña.-dijo Casilda con tacto, provocando que Santos riera por lo bajo.-No es feliz con esa señorita que está en Altamira, verdad?.-pregunto Casilda, teniendo como respuesta solo un gesto negativo de Santos.
-Por más que quiera no puedo, ella no es Bárbara.-dijo Santos con una sonrisa de total amargura.-Es irónico querer a quien te hace daño-se quejó Santos con frustración.
-No siempre se hacen daño, patrón.-corrigió Casilda con un gesto serio.-Eran felices antes de que llegaran algunas personas.-dijo la mujer con un gesto sutil.
-Las cosas están complicadas, Casilda.-dijo Santos suspirando.-Ella y yo ya no estamos juntos y dudo que podamos estarlo, ya la perdí.-lamento el abogado, la mujer frunció el ceño.-Ella se fue con Ángel.
-¿Y usted porque cree que la Doña lo hizo?-pregunto Casilda cruzándose de brazos.-La Doña es una mujer muy orgullosa, si se fue con ese hombre es porque usted está viviendo con la señorita Adriana, para lastimarlo a usted así como ella cree que usted quiere hacerlo con ella.-le dijo Casilda como si fuera lo más obvio del mundo.
-Es que todo lo que paso...Lo de Antonio, el accidente, ella se fue y yo...-Santos ya no sabía que decir, como explicar la confusión que tenía en su mente, ya ni siquiera estaba seguro de lo que había pasado entre Bárbara y Antonio, todo lo había puesto en duda.
-Patrón, aún está a tiempo de recuperar a su familia, pero debe decidir si realmente está dispuesto a aprender a vivir sin lo que tenía, a veces el orgullo no nos deja ver lo evidente.-musito Casilda con la mirada fija en él, Santos medito sus palabras.- ¿Usted ama a la Doña tanto como para dejar el orgullo y aprender a confiar en ella sin importar los demás? ¿Está dispuesto a olvidar y perdonar para recuperar la familia que tenían?-cuestiono Casilda tratando de reconfortarlo o confundirlo más.
-¿Que vas a decidir esta vez, Santos Luzardo? ¿A quién le vas a creer?-esa voz hizo que tanto Santos como Casilda se giraran a la entrada del Miedo, ahí estaba Bárbara, llevaba a los mellizos dormidos en sus coches. Santos la miro y sintió que su corazón había dado un vuelco, estaba hermosa, bueno, siempre estaba preciosa. La castaña tenía su mirada fija en los ojos del abogado, ambos podían notar las emociones que tenían, las preguntas que había planteado Casilda flotaban en el aire y reclamaban una respuesta. 
-Bárbara, yo...-Santos se levantó del sofá para acercarse a ella, por alguna extraña razón se sentía nervioso, como si su corazón le estuviera jugando una mala pasada al acelerarse a cada paso que daba hacia ella, su vista la recorrió y trago en seco ¿Realmente podría terminarse todo lo que tenían? Santos suspiro y debió su mirada a sus dos hijos profundamente dormidos ajenos de todo.
-Doña, yo llevo a los niños a su cuarto un momento para que puedan hablar.-intervino Casilda acercándose a la castaña para tomar los coches de los pequeños y llevarlos a su recamara un momento, las miradas de Santos y Bárbara le decían que necesitaban estar solos y sin ser interrumpidos.
-¿Escuchaste todo, no?-pregunto Santos tragando saliva y sosteniéndole la mirada para no ceder, la castaña asintió en silencio.- ¿Tú crees que aun podríamos perdonar todo?-pregunto Santos casi titubeando, dejándose llevar por los ojos azules que lo miraban fijamente.
-Si estás dispuesto a escuchar toda la verdad sin desconfiar, sin juzgar, si me amas tanto como para confiar en mi te podrías dar cuenta de las cosas que de verdad pasaron.-dijo Bárbara con un tono de dureza.-Te sorprenderías al ver que yo también tengo que perdonarte, quizá más cosas que a ti.-musito Bárbara con algo de arrogancia en su voz.
-Yo...-Santos abrió la boca para decir algo mas pero no encontró palabras correctas, algo dentro de él le gritaba que mandara todo al olvido, pero otra parte de él le decía que no era lo mejor, llevaba varios días planteándose las cosas.-Bárbara, yo ya no estoy seguro de nada, yo solo sé que...-Bárbara esperaba que terminara de hablar, el silencio de Santos la desesperaba y estaba a un paso de largarse de ahí.-Yo solo sé que te amo y que no soporto que puedas estar lejos de mí, no quiero que estés lejos de mi.-sentencio Santos de golpe, como si las palabras salieran de sus labios sin poder detenerlas. Santos la miro fijamente y la sujeto con firmeza de la cintura, pegándola a él y enredando sus dedos en los largos cabellos castaños de Bárbara para atraerla a él y besar sus labios con intensidad, aprisionándola con sus brazos como si temiera que la ojiazul pudiera escaparse, intensificando el beso poco a poco, sintiendo como Bárbara le correspondía con tanta pasión como el mismo la besaba, como si en ese beso quedaran contestadas las preguntas anteriores y les diera una esperanza para poder regresar a ser los de antes.

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Euuuu!! Aun no son las 12am asi que sigue siendo 15, a tiempo el cap jajajaja Bueno, no estaba muy convencida del cap pero decidí ponerlo así, más enfocado en Bárbara que en Santos por ahora, las cosas irán mas rápido o por lo menos eso quiero jejejeje ¿Alguien tiene cuenta en Fanfiction? Por si gustan leer algo corto de un solo cap o historias más largas les dejo mi perfil https://www.fanfiction.net/u/6302023/BarbieEliz :P Ahora sí, nos leemos en el prox cap!!!