"Hay historias de amor que terminan como empezaron, dejandonos con mas preguntas que respuestas"
Bárbara beso el cuello de Ángel y tiro de su cabello con toda la
intención de lastimarlo, Ángel torció el gesto al sentir el tirón pero se apresuró
a olvidarlo y continuar devorando los labios de la castaña. Bárbara cerro los
ojos y trato de destensar sus muñecas que eran presas de las manos de Ángel,
Bárbara hundió sus uñas en la espalda desnuda de Ángel, dejando marcas en ella,
algunas lograron más daño de lo normal...Bárbara quería lastimarlo, quería
hacerle daño físicamente para desquitarse en una mínima parte, por ahora era
todo lo que podía hacer...
-Era cierto que eres una fiera en la cama-susurro Ángel, Bárbara respondió
mordiendo los labios de Ángel, haciendo que el labio inferior del ojiazul
sangrara, pero él se limitó a devorar sus labios con desesperación. Ángel apretó
aún más sus muñecas contra la cama y comenzó a besar su pecho, hasta llegar al
cuello de la castaña, quien cerró los ojos temiendo lo que iba a ocurrir pero
termino por dar un suspiro de alivio cuando sintió caer el peso de Ángel contra
su cuerpo, inmóvil.
-Ya era hora-murmuro Bárbara respirando agitada y asegurándose de que Ángel
estuviera inconsciente, la castaña se esforzó por quitárselo de encima y dejarlo
al lado de la cama para que ella pudiera zafarse de él. Bárbara se levantó y lo
observo tirado en la cama, inconsciente-Un poco más y te hubiera tenido que
matar, asqueroso animal-se quejó Bárbara llevándose el dorso de su muñeca a los
labios con un gesto de asco-Ojala te duela mañana-susurro Bárbara acercándose a
él y pasando su mano por las heridas que le dejo en la espalda, tiro de su
cabello una vez más y paso sus uñas por el cuello del hombre, quien ajeno al
dolor continuaba inmerso en un sueño profundo-Considera la deuda saldada, estúpido-dijo
Bárbara antes de salir de la habitación, topándose con la mujer que atendía a Ángel
en la hacienda, la castaña cerró la puerta del cuarto y se acercó a ella.
-¿Todo bien, Doña?-pregunto la mujer con una discreta sonrisa cómplice
en los labios, Bárbara arqueo una ceja y sonrió satisfecha, la castaña asintió
en silencio.
-El señor Landeros va a dormir como un niño, no hay que
molestarlo-musito Bárbara con su mejor tono de inocencia, dándole unos cuantos
billetes a la empleada, misma que se retiró con una sonrisa en los labios, se divertiría
lo más posible con esa convivencia obligada, por lo pronto esa noche la pasaría
en la habitación de sus hijos, pero antes tenía que quitarse el olor de ese imbécil
de ella, no dormiría tranquila sintiendo las caricias y besos de ese estúpido
en su piel. Bárbara decidió salir a dar una vuelta y asegurándose de que nadie
la siguiera se fue de la hacienda.
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Santos no podía dormir, ni siquiera había intentado meterse a su cama porque
sabía que sería inútil. El abogado entro a la habitación de Adriana y sintió
alivio al verla dormir profundamente, se aseguró que no tuviera fiebre al pasar
su mano por su frente y quitarle un par de mechones del rostro y salió al
corredor para bajar las escaleras sin prisa. Santos salió de la hacienda en
pocos minutos, solo tardo un par más en montar su caballo y tomar rumbo al único
lugar que conseguía darle un poco de calma cuando la necesitaba.
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Bárbara llego a la poza de los suspiros después de unos cuantos minutos
de caminar sin prisa, disfrutando el sentir el aire fresco de la noche en su
rostro, mismo que hacia sus cabellos bailar a cada paso que daba. Se sentía
culpable por haber dejado a Santos con el mal sabor de boca al irse con Ángel,
seguramente el abogado la estaría odiando, pero aún no estaba segura si debía
contarle la verdad, dudaba que el confiara en ella y terminara creyéndole.
Bárbara se acercó a la poza y sonrió para sus adentros al ver a Santos sentado
en el suelo ahí, de espaldas a ella y con los ojos fijos en el agua tranquila
de la poza.
-¿No deberías estar en la casa del imbécil ese?-pregunto Santos sin
molestar en girar a mirarla, solo Bárbara era capaz de visitar ese lugar a esas
horas de la noche, casi madrugada.
-¿Cómo sabias que era yo?-pregunto Bárbara ignorando la pregunta del
abogado, acercandose hasta donde el estaba sentado.
-Solo tú y yo somos los que vendrían a este lugar a estas horas, Bárbara.-rio
amargamente Santos encogiéndose de hombros, no quería girarse a mirarla, no quería
verla después de que se había marchado a los brazos de Ángel.
-Supongo que debería disculparme por lo que paso antes con Ángel-musito
Bárbara suspirando y acercándose a él, pasando sus brazos lentamente por sus
hombros para abrazarlo por detrás, sintiendo como el abogado se tensaba ante su
contacto.
-Creí que Doña Bárbara no se disculpaba por nada, ni con nadie.-replico
Santos duramente, apartándose de ella y levantándose al igual que ella.
-Dije supongo, no lo estaba haciendo-contesto ella descaradamente, ganándose
una mirada matadora de Santos, la castaña rodo los ojos.-En todo caso, siento
haberte arruinado el día tan bueno que habías pasado con los niños.-dijo Bárbara
apartando la mirada, omitiendo el detalle de haber pasado el día con él.
-Te largaste a vivir con ese imbécil y por mí no quisiste dejar tu
preciada hacienda.-reclamo Santos apretando los puños para contener los celos y
la rabia que sentía, Bárbara lo miro matadoramente, una parte de ella quería
gritarle la verdad para que sintiera una bofetada de culpa por tratarla como
una cualquiera.
-Es hipócrita que me reclames eso cuando tú fuiste el primero que se llevó
a esa maldita víbora venenosa a la que según tu era mi hacienda.-reclamo
Bárbara subiendo el tono de su voz, señalándolo duramente. Santos se tensó más.
-¿Tengo que recordarte por que nos separamos en primer lugar?-pregunto
Santos torciendo el gesto de mala gana, Bárbara sintio deseos de golpearlo pero
se contuvo.-No quiero seguir peleando contigo, nunca llegamos a nada y es
desgastante.-se quejo Santos llevandose una mano al rostro con frustración.
-Llevamos años en esa maldita relación de estira y afloja, siempre es lo
mismo, no me vas a decir que te acabas de dar cuenta de lo desgastante que es.-replico
Bárbara con un tono irónico, cruzándose de brazos, ganándose una mirada
fulminante de Santos.
-¡Eres imposible!-se quejo Santos con un tono frustrado, provocando unas
risas ahogadas de Bábara, la castaña se acerco a el un poco mas y lo miro
fijamente. Santos le sostuvo la mirada unos segundos, iba a decir algo mas pero
Bárbara se le adelanto al tomarlo del rostro y plantarle un beso, Santos quiso
apartarse pero Bárbara enredo sus dedos en el cabello de el para intensificar
el beso, Santos no resistió mas y la sujeto de la cintura para pegarla más a él,
era imposible resistirse a ella, la castaña ejercía ese extraño poder en el
para hacerlo olvidar todo y siempre terminar rendido ante sus besos.
-Esto es lo que somos, puedes gritar, pelear, odiarme…Pero siempre
regresas, Santos.-musito Bárbara en un momento que dejaron de besarse para
tomar aliento, sus respiración estaban tan cerca que se confundían en una
sola.-Me amas, aunque quizá odies hacerlo lo haces.-susurro Bárbara antes de
volver a devorar sus labios con prisa y desesperación, dejando leves mordidas
que solo provocaban más deseos de devorarse el uno al otro.
-¿Qué quieres lograr? ¿Confundirme?-cuestiono Santos al volver a tomar
aire, sin soltar a la castaña un momento, estrechandola mas de la cintura y
dejando que su perfume invadiera sus sentidos por completo, Santos la sujeto
del cabello y beso su cuello con desesperación, besando su piel como si nunca
antes lo hubiera hecho.
-Quiero saber si es el momento de contarte algunas cosas, quiero confiar
en ti sin temor a que me juzgues, pero no sé si lo harás.-confeso Bárbara
acariciando su rostro con delicadeza, Santos la miro confuso pero la castaña volvió
a callar sus preguntas con un beso intenso, sintiendo como sus besos la volvían
loca.
-Vas a enloquecerme.-se quejó Santos al ver como ella le apartaba las
manos y se alejaba de él, dejándolo con el cabello revuelto y rastros de labial
en la comisura de los labios.- ¿Qué significo esto?-pregunto Santos al verla
darse la vuelta para marcharse.
-Entonces estaremos a mano, doctorcito.-rio Bárbara con una sonrisa pícara,
Santos sonrió sin poder evitarlo.-Piensa las cosas, Santos, piensa que quieres
hacer con nosotros… ¿Quieres que todo acabe y quedarte con la víbora? Bien,
pero solo decídete, porque yo no voy a seguir buscándote toda la
vida.-sentencio Bárbara recobrando la seriedad por un momento antes de
marcharse.
-¡Tú te acabas de mudar con otro!-le grito Santos al verla comenzar a
alejarse, Bárbara apreto los puños, buena puntada Luzardo.
-No por los motivos que tú crees, doctor.-contesto Bárbara duramente,
antes de alejarse más hasta desaparecer de la vista de Santos, dejando al
abogado con los pensamientos revueltos y sin una sola pizca de sueño.
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Esa noche ninguno consiguió dormir como era debido. Bárbara paso la
noche en la habitación de sus hijos, viéndolos dormir con una sonrisa al pensar
en Santos, deseaba poder contar con él para sus planes pero tenía miedo de que
sus prejuicios le hicieran no creerle, no soportaba pensar que pasaba las
noches en compañía de otra mujer, lo amaba y lo necesitaba con ella, quería su
familia de vuelta, quería ser feliz de nuevo. Por su parte, Santos paso la
noche dando vueltas en su cama, pensando en los besos y palabras de Bárbara,
algo le decía que sucedía algo que no terminaba de comprender pero no
encontraba una respuesta a sus dudas, la adoraba, maldición, adoraba a esa
mujer, adoraba a sus hijos y nunca fue tan feliz como cuando estaban todos
juntos, pero aun dolía los hechos recientes. Sin darse cuenta ambos se quedaron
dormidos pensando en el otro.
----------------Al día siguiente…
Ángel se levantó poco a poco al sentir los rayos del sol que se
filtraban por la ventana y le daban de lleno en el rostro, tardo un par de
minutos en despejarse totalmente y sentir un pequeño malestar al estirarse, el
ojiazul se dio cuenta que no tenía su camisa y que solo estaba en bóxer bajo
las sabanas de la gran cama. Ángel frunció el ceño al notar marcas en su piel,
marcas de uñas que parecían haber sido hechas con bastantes ganas, también se sorprendió
al levantarse y mirarse al espejo, encontrando una marca en su cuello.
-¿Se acabó tu sueño?-la voz de Bárbara saliendo del cuarto de baño lo
hizo girarse a mirarla, dándose cuenta que acaba de bañarse y solo estaba
cubierta con una bata de baño, dejando expuesta algo de piel, dejando que el
ojiazul se deleitara con sus bien torneadas piernas y notando como algunos
mechones castaños se pegaban a su piel.-Considera la deuda saldada, mi
amor-siseo Bárbara destilando filoso sarcasmo que hizo que Ángel recordara los
besos y caricias de la noche anterior, aunque después de eso todo estaba negro
en su mente.
-¿Me hiciste el amor o intentaste matarme?-ironizo Ángel dejando de
mirarla para fijar sus ojos en el espejo y darse cuenta de la marca de las uñas
de la castaña en su cuello y parte de su pecho, el ardor en su espalda le decía
que seguramente ahí tendría más heridas.
-Anoche no ponías quejas.-replico Bárbara con desdén, provocando que Ángel
sonriera con burla.-Estamos a mano, así que deja de ser tan llorón.-sentencio
Bárbara al apartarse un poco la tela que cubría su hombro y apartar su cabello
dejando que Ángel viera una peculiar marca en su cuello que delataba los besos
que había recibido la noche anterior, aunque no fueran precisamente de Ángel.
-Ahora entiendo por qué tienes tan perturbado al abogadito de quinta.-se
burló Ángel con una mueca de diversión-Eres una fiera-dijo Ángel con una mirada
burlona dirigida a la castaña, quien tuvo que morderse el labio inferior para
no reírse ante la situación.
-No te imaginas cuanto.-rio Bárbara levemente con un toque de picardía
al pasar junto a él destilando arrogancia, dejando a Ángel con una mirada curiosa
fija en ella hasta verla salir de la habitación, pero antes de irse se detuvo
en el marco de la puerta.-Esta es mi habitación así que te quiero lejos de
ella.-sentencio Bárbara duramente antes de ir a asegurarse que sus hijos ya
estuvieran despiertos.
-Maldita mujer-musito Ángel para sí mismo al apretar los puños ante su
arrogancia, ni siquiera teniéndola en sus manos esa mujer era capaz de mostrar
debilidad, pero aun así seguiría imponiendo sus decisiones ante ella, y Bárbara
tendría que ceder, solo tenía que ser paciente un poco más y pronto podría
deshacerse de ella. Por supuesto, si no se arrepentía en el proceso.
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Santos salió de su recamara impecablemente vestido y arreglado como
siempre, había dormido sin interrupciones, cosa que le extrañaba tomando en
cuenta lo confundido que lo había dejado su querida castaña, pero suponía que
el haberla visto y haber besado sus labios habían contribuido a que recuperara
su sueño, aunque no hacía falta decir que había soñado con esa misma devoradora
de hombres. Santos se dirigió a la habitación de Adriana y después de tocar la
puerta y tener una respuesta entro.
-¿Lista para desayunar?-pregunto Santos con una sonrisa amable, fijándose
en que Adriana ya estaba sentada en su cama, se preguntó si era estrictamente
necesario que esa mujer usara esas blusas tan ceñidas al cuerpo y aquellos
short tan cortos para dormir, no podía negar que era bastante atractiva.
-Si puedo bajar las escaleras sin caer, supongo que si-bromeo Adriana
con una sonrisa de inocencia que nadie dudaría de ella, Santos sonrió levemente
y se acercó a ella, tomo asiento a su lado en la cama y tomo su pierna con
delicadeza, tenía unos vendajes.
-Lamento esto.-dijo Santos negando con la cabeza, Adriana le dedico una
sonrisa para restarle importancia, de sobra sabía que él no tenía culpa, había
sido todo planeado por Bárbara, pero aun no le convenía destapar todo.
-Fue un accidente, en el Arauca abundan esos animales.-se quejó Adriana
con un tono de inocencia, Santos sonrió levemente, le resultaba increíble como
esa mujer podía ser tan buena con él, lo trataba como si fuera todo lo que
necesitaba, pero no olvidaba las palabras de Bárbara, no podía evitar dejar de
preguntarse si se estaba equivocando con Adriana.
-No se volverá a repetir-aseguro Santos tomando su mano y dándole un
ligero apretón con una sonrisa.-Vamos a desayunar.-dijo Santos tratando de
alejar los pensamientos de su mente y se levantó de la cama. El abogado se acercó
a Adriana y sin mucho esfuerzo la alzo en brazos, ganando unas risas divertidas
de la mujer, quien no tardo en enredar sus brazos alrededor del cuello de
Santos, aferrándose más a él.
-Con estos cuidados me tientas a no salir de esa cama.-ironizo Adriana
con una amplia sonrisa divertida al ver como sus labios rozaban los de Santos,
poniendo nervioso al abogado. Santos se tensó cuando Adriana beso sus labios
suavemente y luego se acomodó en su pecho, el abogado trago en seco y salió de
la habitación con ella en brazos, dirigiéndose al comedor.
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Ya casi era medio día, las cosas estaban tranquilas por el pueblo. Fabián, Alonso y Sofía estaban en la casa del pueblo. Mientras Sofía y
Fabián estaban sentados en el sofá, observaban a Alonso daba vueltas en círculos
por toda la sala con un gesto pensativo.
-¿En que está pensando?-se preguntó
Alonso confuso-Se volvió loca o simplemente le borraron la memoria-dijo Alonso
mirando a Sofía y Fabián, quienes se miraron entre si y rodaron los ojos
-Ni una, ni otra-dijo Fabián negando con
la cabeza-Para mí que Bárbara está más cuerda que nunca y algo se trae entre
manos-dijo Fabián pensativo, Sofía arqueo las cejas y asintió.
-¿Lo dudas realmente?-pregunto Sofía irónicamente
mirando a Fabián con una sonrisa cómplice, Alonso rio levemente
-Pero por supuesto que Bárbara algo se
trae entre manos-replico Alonso riendo-Lo que no me gusta es que nos quiere
lejos y eso no es buena señal-dijo Alonso pensativo.
-¿Y qué es lo que puede estar
planeando?-pregunto Fabián igual de confundido, ambos miraron a Sofía, quien torció
el gesto y rodo los ojos.
-A mí no me miren-se quejó ella de mala
gana al cruzarse de brazos.-Yo solo sé que los mando a ustedes a investigar a
no sé quién-se excusó Sofía con inocencia.
-Tú eres su cómplice. Eres su sombra,
prácticamente-rio Alonso señalándola al tomar asiento a su lado en el sofá-Tu
debes saber-dijo Alonso arqueando una ceja, Sofía negó con la cabeza.
-Dejen de preguntarme.-protesto Sofía con
falsa indignación, haciendo a ambos torcer los gestos.- ¿Encontraron al tipo
que ella quería?-pregunto la castaña con curiosidad.
-Por supuesto que si.-confirmo Fabián con
una sonrisa de satisfacción personal.-Pero no te diremos nada hasta que llegue
Bárbara y le contemos a ella.-término de decir Fabián con una mueca burlona, Sofía
lo miro de mala gana.
-Son horribles.-se quejó Sofía rodando
los ojos y negando con la cabeza, recibiendo como respuesta un par de
carcajadas.
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Bárbara había pasado la mañana en la habitación de los pequeños, se había
encargado de ver que desayunaran y de bañarlos para después arreglarlos para
llevarlos al pueblo. La castaña acomodo a cada uno en sus coches para poder
llevarlos y salió de la habitación, topándose con Ángel en la sala, el ojiazul
ya estaba impecablemente vestido y arreglado.
-Lástima que la hacienda no sea más grande para no tener que toparme
contigo.-se quejó Bárbara con una sonrisa descarada al encaminarse a la puerta,
Ángel se apresuró a cerrarle el paso.
-¿A dónde van?-pregunto Angel con seriedad, desviando su mirada de
Bárbara para fijarse en ambos niños que lo observaban atentamente con los ojos
azules destellando de curiosidad.
-¡Al Parque!-gritaron ambos niños al mismo tiempo con unas risas
ahogadas, provocando que Angel arqueara las cejas y mirara a Bárbara con una
sonrisa descarada, la castaña se mordio el labio inferior para no reir ante el
gesto de Angel.
-Ya escuchaste, idiota.-dijo Bárbara rodando los ojos y mirándolo con
fastidio, pero el hombre se limitó a sonreír levemente y negar con la cabeza.-
¿O es que acaso estoy encerrada aquí y no puedo salir?-pregunto Barbara con un
gesto de burla.
-No deberías insultar delante de tus pequeños monstruos.-rio Ángel con despreocupación
al acercarse a los cochecitos y mirar con curiosidad a ambos niños, acariciando
la mejilla de la niña con delicadeza.-Claro que puedes salir, mi amor, seria
sospechoso que te quedaras aquí encerrada.-dijo Ángel pasando una mano por los
cabellos castaños de Félix.
-Que considerado me saliste.-ironizo Bárbara con una sonrisa descarada, ganándose
una mirada divertida de Ángel, quien le lanzo un beso solo para irritarla aún más.
-Los acompañaría, pero tengo asuntos de la hacienda que atender y de
unos negocios que tengo fuera.-dijo Ángel fingiendo pesar, provocando que Bárbara
sintiera deseos de golpearlo para quitarle esa sonrisa.
-Por mi te puedes morir y no me importaría, ojala tus negocios se
hundan.-protesto Bárbara arqueando las cejas en un gesto inocente que contradecía
sus palabras.
-Eres malvada, pero así me gustas mas.-rio Ángel señalándola para
provocarla.-Contrario a tus deseos muy pronto mi dinero se incrementara, ya
sabes los motivos.-la provoco Ángel encogiéndose de hombros con inocencia.
-Primero me vas a tener que matar, maldita rata.-siseo Bárbara mirándolo
matadoramente, Ángel sonrió aún más, sabiendo que solo incrementaba la rabia en
la castaña.
-Eso pretendo.-replico Ángel asintiendo con satisfacción.-Pero no te
apresures, mi amor, para eso todavía tenemos tiempo, mejor vamos a disfrutar
nuestro tiempo juntos.-musito Ángel acercándose a ella hasta ponerse a su
espalda y acercarse lo suficiente para besar su cuello suavemente, tensando a
la castaña ante su simple tacto.
-Aléjate de mí, asqueroso infeliz.-siseo Bárbara sin moverse, torciendo
el gesto y pronunciando aquellas palabras en apenas un susurro audible para el
ojiazul, quien sonriendo levemente llevo su mano hasta los cabellos castaños de
Bárbara para apartarlos un poco más de su cuello.
-No seas tan brusca, yo puedo hacer nuestra convivencia más
placentera.-susurro Ángel dejando un par de besos en su cuello, mismos que
fueron detenidos cuando Bárbara se giró para mirarlo con instintos asesinos.
-Mantén las manos quietas, Angelito.-siseo Bárbara provocándolo al
acercar sus labios a los del solo para tentarlo.-Porque si vuelves a tocarme
vas a perder mucho más que una mano.-le advirtió la castaña apartándose de él, dejándolo
con una sonrisa descarada en los labios.
-Disfruta tu paseo, mi amor.-ironizo Ángel al verla dirigirse a la
puerta, Ángel la vio desaparecer de su vista y quito la sonrisa de su rostro,
como le gustaba provocar los nervios de esa mujer.
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Santos había salido de Altamira después de desayunar junto a Adriana,
las cosas habían marchado bien, tenían gustos en común y eso les hacía platicar
a gusto. Santos habían cargado a la castaña para llevarla a la biblioteca un
rato y ahí platicaron un poco más, compartieron risas y anécdotas en común
hasta que el abogado tuvo que irse, dejando a Adriana en su habitación. Adriana
estaba en su habitación, en sus manos sostenía la pequeña grabadora negra que había
guardado desde hace tiempo. La castaña era consiente que Bárbara aun tenía un
extraño poder sobre Santos, era capaz de hacerlo titubear pero también sabía
que Santos Luzardo era demasiado orgulloso para admitirlo, lo conocía y sabía
que los celos podían llegar a cegarlo.
-Creo que ya es hora de que Santos escuche esto-pensó Adriana jugando
con la grabadora entre sus manos, preguntándose si era necesario que Santos
escuchara eso, habían perdido a ese hijo pero conociendo a Santos no pasaría
por alto la traición de Bárbara y eso los alejaría aún más. Adriana sonrió
levemente al pensar que si todo salía bien en poco tiempo Santos podría
divorciarse de Bárbara y ella podría convencerlo de alejarse por completo de
ese lugar.
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Bárbara había llegado a la casa de Alonso en el pueblo, se había dejado
ver en el pueblo por si los rumores llegaban a las haciendas, pero cuando se aseguró
que nadie la vigilaba más de lo que los chismosos del Arauca lo hacían se
encamino a casa de Alonso. En cuanto llego Sofía no tardo en abrir la puerta
para dejarla pasar. Barbarita y Félix no tardaron en ser bajados de sus coches
y arrancar a correr en cuanto vieron a Alonso y Fabián saliendo de la cocina.
-¡Tío!-grito Barbarita corriendo a los brazos de Alonso, quien riendo no
titubeo en alzarla en brazos y besar su mejilla, Fabian ya habia cargado a
Felix en sus hombros, haciendo reir al niño cuando se movia y el se aferraba
mas a el.
-Una Guaimaran más que cae en mis encantos, que belleza.-rio Alonso haciéndole
cosquillas a la pequeña provocándole carcajadas, mientras que Bárbara lo miro
con burla.
-¿Para mí no hay nada?-pregunto Sofia cruzandose de brazos al observar a
los mellizos ajenos a ambas mujeres, los niños la miraron y le extendieron los
brazos, la castaña se acerco y beso a cada uno.
-Estas muy alto.-rio Félix al mirar hacia abajo desde los hombros de Fabián,
quien lo sujeto fuerza para dejarlo en el piso bajo la mirada de resignación de
Bárbara. Alonso hizo lo mismo con la niña y Bárbara los dejo ir a la habitación
de Alonso, dejando la puerta abierta para poder vigilarlos mientras jugaban
mientras ellos hablaban en la sala.
-Vamos directo al grano.-dijo Bárbara tomando asiento en el sofá de la
sala, observando a Fabián y Alonso frente a ella, Sofía tomo asiento al lado de
la castaña.- ¿Que averiguaron?
-Sebastián Navarro llega en dos días al Arauca.-dijo Fabián serio, ganándose
un gesto sorprendido de Bárbara, Alonso asintió y Sofía frunció el ceño.
-¿Sebastián Navarro?-repitió Sofía confusa.- ¿Por qué me suena ese
nombre?-pregunto Sofía mirando a Alonso y Fabián, quienes rieron por lo bajo.
-Por qué lo conoces.-dijo Alonso riendo levemente, Sofía arqueo una
ceja, Alonso noto el desconcierto de Bárbara y la miro.-Trabajo un tiempo con
nosotros en uno de los casinos del hotel, no se destaca por tener negocios
totalmente legales.-explico Alonso con un gesto despreocupado.
-¿Supongo que tiene dinero?-pregunto Barbara aun un poco confundida,
tanto Fabian como Alonso asintieron.
-Bastante, es un maldito con suerte.-rio Fabián negando con la
cabeza.-Le gustaba apostar en uno de nuestros casinos, hasta que otro apostador
lo acusó de hacer trampa y casi lo mata, aunque eso no lo escarmentó.-dijo Fabián
encogiéndose de hombros.
-¿Y si hacia trampa?-pregunto Sofia con un gesto de curiosidad, Alonso y
Fabian se miraron complices.
-Está claro que si.-adivino Bárbara al ver las sonrisas maliciosas de
los dos hombres.
-En resumen, Sebastián es un amigo nuestro de hace mucho pero hace unos
años que dejamos de tener contacto, es experto en trampas financieras,
apuestas, es toda una fichita, pero decidió saltarse la parte de estafarme por
que le ayude a no morir a manos de un empresario que quería su cabeza.-conto
Alonso como si nada.
-¿Cómo lo convencieron de venir?-pregunto Bárbara con interes.
-No es necesario dar tantos detalles de eso, por supuesto no le contamos
que sabemos que ayudo a Ángel, así que cuando venga será desprevenido.-aseguro Fabián
encogiéndose de hombros.
-Perfecto, quiero saber un poco más de ese imbécil que cree que puede
chantajearme.-se quejó Bárbara torciendo el gesto al recordar la sonrisa
burlona de Ángel.
-Solo trata de no matarlo aun.-pidió Alonso con un gesto de súplica
fingida que hizo reír a Sofía y Fabián, mientras que Bárbara rodo los ojos. La
castaña se levantó a ver a los mellizos y los llevo a la sala con ellos un rato
antes de marcharse.
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Ángel entro a su despacho, se había asegurado que los Mondragón
estuvieran ocupados y lejos de la hacienda, dentro de su despacho lo esperaban
un par de hombres que trabajaban para él desde hace algún tiempo, fieles a su
patrón. Ángel tomo asiento en su escritorio y fijo su mirada en ambos hombres
sentados frente a él.
-¿Que trabajo quiere que hagamos ahora, señor?-pregunto uno de los
hombres con el semblante serio, ambos estaban acostumbrados al caracter formal
y oscuro de su patrón, a esas alturas las ordenes que recibian ya no les
sorprendian.
-Es algo sencillo. Solo tienes que seguir a Bárbara Guaimaran a donde
quiera que vaya.-sentencio Ángel con un semblante oscuro, sus hombres arquearon
las cejas y asintieron, habían aprendido a no discutir sus órdenes.-Sobra decir
que no quiero que ella se dé cuenta.-dijo Ángel seriamente.
-Por supuesto, jefe.-sonrió cómplice uno de sus empleados, Ángel asintió
conforme.
-En estos momentos ella está en el pueblo, quiero que vayan ahí y la
sigan, quiero saber cada detalle de lo que esa mujer hace y deja de hacer.-musito
Ángel señalándolos a ambos duramente, sus empleados asintieron. Ángel les
señalo la puerta y sin decir algo más los observo salir de su despacho.
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Santos llego al Miedo sin tener un motivo claro, había pasado la mañana
en compañía de Adriana y no le había desagradado, esa mujer era demasiado dulce
con él, demasiado buena y eso le hacía sentir culpa por no poder pensar en otra
cosa en que ella no era Bárbara, no lo era y jamás lo seria. ¿Cómo podía seguir
tan aferrado a una mujer que solo le provocaba tantas confusiones? La amaba, no
se iba a engañar más, la adoraba con toda su alma. Extrañaba los momentos con
ella, con su familia, pero al mismo tiempo no quería seguir anclado a esa idea
que solo le provocaba dolor por ver eso tan lejos.
-Patrón, que bueno verlo-la voz de Casilda lo saco de sus pensamientos,
sin darse cuenta Santos se había dejado caer en el sofá de la sala.- ¿Esta
bien, don Santos?-pregunto Casilda al ver su semblante, el abogado la miro y asintió.-Está
pensando en la Doña.-adivino la mujer con un gesto de calidez, Santos esbozo
una sonrisa amarga.
-¿Tanto se nota?-pregunto Santos, la mujer se encogió de hombros.
-Tiene esa cara de no saber qué hacer, patrón.-rio levemente Casilda
negando con la cabeza.- Y eso solo le sucede cuando se trata de su Doña.-dijo
Casilda con tacto, provocando que Santos riera por lo bajo.-No es feliz con esa
señorita que está en Altamira, verdad?.-pregunto Casilda, teniendo como
respuesta solo un gesto negativo de Santos.
-Por más que quiera no puedo, ella no es Bárbara.-dijo Santos con una
sonrisa de total amargura.-Es irónico querer a quien te hace daño-se quejó
Santos con frustración.
-No siempre se hacen daño, patrón.-corrigió Casilda con un gesto
serio.-Eran felices antes de que llegaran algunas personas.-dijo la mujer con
un gesto sutil.
-Las cosas están complicadas, Casilda.-dijo Santos suspirando.-Ella y yo
ya no estamos juntos y dudo que podamos estarlo, ya la perdí.-lamento el
abogado, la mujer frunció el ceño.-Ella se fue con Ángel.
-¿Y usted porque cree que la Doña lo hizo?-pregunto Casilda cruzándose
de brazos.-La Doña es una mujer muy orgullosa, si se fue con ese hombre es porque
usted está viviendo con la señorita Adriana, para lastimarlo a usted así como
ella cree que usted quiere hacerlo con ella.-le dijo Casilda como si fuera lo más
obvio del mundo.
-Es que todo lo que paso...Lo de Antonio, el accidente, ella se fue y
yo...-Santos ya no sabía que decir, como explicar la confusión que tenía en su
mente, ya ni siquiera estaba seguro de lo que había pasado entre Bárbara y Antonio,
todo lo había puesto en duda.
-Patrón, aún está a tiempo de recuperar a su familia, pero debe decidir
si realmente está dispuesto a aprender a vivir sin lo que tenía, a veces el
orgullo no nos deja ver lo evidente.-musito Casilda con la mirada fija en él,
Santos medito sus palabras.- ¿Usted ama a la Doña tanto como para dejar el
orgullo y aprender a confiar en ella sin importar los demás? ¿Está dispuesto a
olvidar y perdonar para recuperar la familia que tenían?-cuestiono Casilda
tratando de reconfortarlo o confundirlo más.
-¿Que vas a decidir esta vez, Santos Luzardo? ¿A quién le vas a creer?-esa
voz hizo que tanto Santos como Casilda se giraran a la entrada del Miedo, ahí
estaba Bárbara, llevaba a los mellizos dormidos en sus coches. Santos la miro y
sintió que su corazón había dado un vuelco, estaba hermosa, bueno, siempre
estaba preciosa. La castaña tenía su mirada fija en los ojos del abogado, ambos
podían notar las emociones que tenían, las preguntas que había planteado
Casilda flotaban en el aire y reclamaban una respuesta.
-Bárbara, yo...-Santos se levantó del sofá para acercarse a ella, por
alguna extraña razón se sentía nervioso, como si su corazón le estuviera
jugando una mala pasada al acelerarse a cada paso que daba hacia ella, su vista
la recorrió y trago en seco ¿Realmente podría terminarse todo lo que tenían?
Santos suspiro y debió su mirada a sus dos hijos profundamente dormidos ajenos
de todo.
-Doña, yo llevo a los niños a su cuarto un momento para que puedan
hablar.-intervino Casilda acercándose a la castaña para tomar los coches de los
pequeños y llevarlos a su recamara un momento, las miradas de Santos y Bárbara
le decían que necesitaban estar solos y sin ser interrumpidos.
-¿Escuchaste todo, no?-pregunto Santos tragando saliva y sosteniéndole
la mirada para no ceder, la castaña asintió en silencio.- ¿Tú crees que aun podríamos
perdonar todo?-pregunto Santos casi titubeando, dejándose llevar por los ojos
azules que lo miraban fijamente.
-Si estás dispuesto a escuchar toda la verdad sin desconfiar, sin
juzgar, si me amas tanto como para confiar en mi te podrías dar cuenta de las
cosas que de verdad pasaron.-dijo Bárbara con un tono de dureza.-Te sorprenderías
al ver que yo también tengo que perdonarte, quizá más cosas que a ti.-musito Bárbara
con algo de arrogancia en su voz.
-Yo...-Santos abrió la boca para decir algo mas pero no encontró
palabras correctas, algo dentro de él le gritaba que mandara todo al olvido,
pero otra parte de él le decía que no era lo mejor, llevaba varios días planteándose
las cosas.-Bárbara, yo ya no estoy seguro de nada, yo solo sé que...-Bárbara
esperaba que terminara de hablar, el silencio de Santos la desesperaba y estaba
a un paso de largarse de ahí.-Yo solo sé que te amo y que no soporto que puedas
estar lejos de mí, no quiero que estés lejos de mi.-sentencio Santos de golpe,
como si las palabras salieran de sus labios sin poder detenerlas. Santos la
miro fijamente y la sujeto con firmeza de la cintura, pegándola a él y
enredando sus dedos en los largos cabellos castaños de Bárbara para atraerla a él
y besar sus labios con intensidad, aprisionándola con sus brazos como si
temiera que la ojiazul pudiera escaparse, intensificando el beso poco a poco,
sintiendo como Bárbara le correspondía con tanta pasión como el mismo la
besaba, como si en ese beso quedaran contestadas las preguntas anteriores y les
diera una esperanza para poder regresar a ser los de antes.
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Euuuu!! Aun no son las 12am asi que sigue siendo 15, a tiempo el cap
jajajaja Bueno, no estaba muy convencida del cap pero decidí ponerlo así, más
enfocado en Bárbara que en Santos por ahora, las cosas irán mas rápido o por lo
menos eso quiero jejejeje ¿Alguien tiene cuenta en Fanfiction? Por si gustan
leer algo corto de un solo cap o historias más largas les dejo mi perfil https://www.fanfiction.net/u/6302023/BarbieEliz
:P Ahora sí, nos leemos en el prox cap!!!